domingo, 6 de marzo de 2011

Orgullo y Prejuicio (Resumen e Impresiones - Capítulos XIX al XXV


Supongo que Jane Austen debió tener mucha diversión cuando creó uno de los personajes secundarios más apreciados de la literatura inglesa, Mr Collins.
Mr Collins es hilarante especialmente por su ceremonia, inoportunidad e impertinencia, tanto al expresarse como al actuar. Uno de sus extravagantes desaciertos se manifiesta con su actuación en el baile de Netherfield cuando, sin conocer a Mr Darcy, y rompiendo todo tipo de códigos sociales de la época, se presenta, él mismo, con el dueño de Pemberley, algo irreprochable ahora pero muy criticable entonces:
Elizabeth intentó disuadirle para que no hiciese semejante cosa asegurándole que el señor Darcy consideraría el que se dirigiese a él sin previa presentación como una impertinencia y un atrevimiento, más que como un cumplido a su tía; que no había ninguna necesidad de darse a conocer, y si la hubiese, le correspondería al señor Darcy, por la superioridad de su rango, tomar la iniciativa.

La Declaración de Collins
En el capítulo XIX de la novela Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen, Collins abiertamente se declara a Elizabeth Bennet. Su interés de contraer matrimonio con una de las Bennet, a su llegada a Hertfordshire, había sido puesto en la primogénita de la familia, Jane, pero tras ser persuadido por la madre de la joven de que ésta en poco tiempo estaría comprometida con otro señor (Bingley) trasladó su intención de matrimonio a Elizabeth. Collins explica su predilección de tomar por esposa a cualquiera de las jóvenes Bennet que le fuera concedida como un acto bondadoso y desinteresado, siendo el heredero legal de Longbourn, la residencia de los Bennet, evitaría la desgracia en estos cuando la propiedad pasara a pertenecerle, una vez el señor Bennet falleciera. Pero lo cierto era que su mentora, Lady Catherine de Bourgh le había aconsejado que escogiera una esposa puesto que ello le ayudaría a su imagen de clérigo, de rector de Hunsford.
En la escena más embarazosa y jocosa, Lizzy recibe la proclamación del amor de Collins, y con toda la pompa necesaria. La declaración de Mr Collins es uno de los acontecimientos más importantes en la novela Orgullo y Prejuicio debido a que no era normal, continuando con la etiqueta y códigos sociales del tiempo de la obra, que una joven de cuna inferior rechazara la propuesta de matrimonio de un caballero como éste, a pesar de que fuera tan irritante, con toda las ventajas que dicho enlace podía ofrecerle, estabilidad económica no solamente a ella sino a toda su familia.
Debe dejar que presuma, mi querida prima, que su rechazó ha sido sólo de boquilla. Las razones que tengo para creerlo, son las siguientes: no creo que mi mano no merezca ser aceptada por usted ni que la posición que le ofrezco deje de ser altamente apetecible. Mi situación en la vida, mi relación con la familia de Bourgh y mi parentesco con usted son circunstancias importantes en mi favor. Considere, además, que a pesar de sus muchos atractivos, no es seguro que reciba otra proposición de matrimonio. Su fortuna es tan escasa que anulará, por desgracia, los efectos de su belleza y buenas cualidades. Así pues, como no puedo deducir de todo esto que haya procedido sinceramente al rechazarme, optaré por atribuirlo a su deseo de acrecentar mi amor con el suspense, de acuerdo con la práctica acostumbrada en las mujeres elegantes.
La replica de Elizabeth es una de mis predilectas en la novela porque expone muy bien su carácter desafiante e intimidante de la vida, firme y resuelto, y su indisposición a casarse sin amor, lo cual era una de las banderas de Jane Austen:
Le aseguro a usted, señor, que no me parece nada elegante atormentar a un hombre respetable. Preferiría que me hiciese el cumplido de creerme. Le agradezco una y mil veces el honor que me ha hecho con su proposición, pero me es absolutamente imposible aceptarla. Mis sentimientos, en todos los aspectos, me lo impiden. ¿Se puede hablar más claro? No me considere como a una mujer elegante que pretende torturarle, sino como a un ser racional que dice lo que siente de todo corazón.
La magnitud de la negación de Elizabeth de casarse con Collins se representa en los nervios de la señora Bennet y uno de los momentos más adorables en el señor Bennet, cuando Mrs Bennet, alarmada por el rechazo de Lizzy a Collins, busca en el padre de la joven la persuasión necesaria para que la situación fuera en reverso éste aconseja a su hija que de cambiar su respuesta perderá a uno de sus padres.
Tienes una triste alternativa ante ti, Elizabeth. Desde hoy en adelante tendrás que renunciar a uno de tus padres. Tu madre no quiere volver a verte si no te casas con Collins, y yo no quiero volver a verte si te casas con él.
Por supuesto, Lizzy fue feliz con el consentimiento de su padre de no casarse con Mr Collins pero su madre continuaba en el afán de revertir su contestación, no obstante, en la impulsiva intención de aliarse con Collins para que tuviera paciencia a su hija, explica a éste que Lizzy es una chica muy terca y loca, por lo que el futuro heredero de Longbourn prefiere desembarazarse de su proposición:
Perdóneme que la interrumpa ––exclamó Collins––, pero si en realidad es terca y loca, no sé si, en conjunto, es una esposa deseable para un hombre en mi situación, que naturalmente busca felicidad en el matrimonio. Por consiguiente, si insiste en rechazar mi petición, acaso sea mejor no forzarla a que me acepte, porque si tiene esos defectos, no contribuiría mucho que digamos a mi ventura.

Matrimonio por Conveniencia

Uno de los momentos más radicales y disparatados de la novela, visto desde la percepción de Elizabeth sobre el amor, se presenta cuando Charlotte Lucas le confiesa que se ha comprometido en matrimonio con Mr Collins.
Charlotte Lucas tenía veintisiete años, para entonces una mujer de veinticinco años, una veintitrés, que no se hubiera casado aún era ya considerada solterona, por lo que, las perspectivas de Charlotte de casarse, probablemente, eran una en un millón, por lo tanto, cuando aparece Collins la indiferencia de las Bennet para con él la beneficia, y Collins no se hace ciego a esta manifestación de preferencia de ella, por consiguiente reconduce su proposición de matrimonio a la mejor amiga de Elizabeth Bennet.
A Elizabeth esta decisión de su amiga le sienta muy mal, no porque hubiera aceptado la petición de mano del hombre que ella había rechazado sino por lo que significaba que se uniera de por vida a éste, imaginemos solamente que la opinión de Lizzy sobre Collins se observa en el capítulo XXIV y le describe como una persona engreída, pedante, cerril y mentecato; Elizabeth solo podía pronosticar un matrimonio de mucha infelicidad, la infelicidad que ella misma se había evitado.
Sé lo que sientes ––repuso Charlotte––. Tienes que estar sorprendida, sorprendidísima, haciendo tan poco que el señor Collins deseaba casarse contigo. Pero cuando hayas tenido tiempo de pensarlo bien, espero que comprenderás lo que he hecho. Sabes que no soy romántica. Nunca lo he sido. No busco más que un hogar confortable, y teniendo en cuenta el carácter de Collins, sus relaciones y su posición, estoy convencida de que tengo tantas probabilidades de ser feliz con él, como las que puede tener la mayoría de la gente que se casa.
 

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