domingo, 27 de marzo de 2011

Orgullo y Prejuicio (Resumen e Impresiones - Capítulos XXXVI al XLII)


Después de leer la carta los sentimientos de Elizabeth por Mr Darcy comienzan a transformarse y probablemente sea esta carta la que inicia su amor por él, sin embargo la explicación de estos sentimientos son algo difusos al principio, por un lado le despreciaba por considerarlo el causante de la separación de su hermana y Bingley pero por otra empieza a entenderle a medida que ahonda en la epístola y repasa su propia opinión sobre ciertos asuntos familiares expuestos en ella, como el ridículo que había hecho su familia durante el baile en Netherfield, o el parecer de Charlotte sobre la falta de emotividad de Jane por Bingley, que el desprecio que sentía por él fue gradualmente suavizándose. En cuanto a lo tocante a Wickham, Elizabeth quedó completamente sorprendida.
Se puso a leer de nuevo, pero cada línea probaba con mayor claridad que aquel asunto que ella no creyó que pudiese ser explicado más que como una infamia en detrimento del proceder de Darcy, era susceptible de ser expuesto de tal modo que dejaba a Darcy totalmente exento de culpa.
Algo que me gusta y que se desprende de la lectura de esta carta es que la confianza, seguridad y temperamento caprichoso de Elizabeth reciben una lección debido a la pulcra y justa percepción de Darcy sobre los asuntos familiares de Lizzy y la fraudulenta actuación de Wickham. La mejor prueba del correcto proceder de Darcy se relacionaba con la delicada confesión que se ve forzado a hacer sobre su hermana Georgiana. A partir de entonces Elizabeth empieza a ver a Darcy como un hombre sincero, justo y cabal.
Uno de los indicios de que Lizzy empezaba a enamorarse de Darcy es que después de leer la carta la primera vez no pudo dejar de hacerlo y repitió su lectura muchas veces. Esta íntima carta estaba redactada de tal manera que, sin ser otra confesión, cada palabra escrita parecía el recordatorio del amor declarado antes.
Ya casi sabía de memoria la carta de Darcy. Estudiaba sus frases una por una, y los sentimientos hacia su autor eran a veces sumamente encontrados. Al fijarse en el tono en que se dirigía a ella, se llenaba de indignación, pero cuando consideraba con cuánta injusticia le había condenado y vituperado, volvía su ira contra sí misma y se compadecía del desengaño de Darcy.
Elizabeth y Maria Lucas debieron dejar Hunsford días después de la partida de Darcy y el Colonel Fitzwilliam, se cumplía ya el tiempo que debían permanecer con los Collins, a Elizabeth la ponía feliz reencontrarse con Jane en Londres pero la entristecía dejar a su amiga con semejante compañero. De regreso a Hertfordshire, en dirección a la ciudad X, se encontraron con Kitty y Lydia quienes las esperaban para regresar a sus hermanas a Longburn en el coche del señor Bennet. Jane Austen tenía una encantadora manera de recrear las escenas de sus novela, uno de sus deliciosos legados como escritora, en este encuentro en que las Bennet menores esperan a las mayores en el restaurante de una posada, Lydia, sin parar hablar de un nuevo sombrero que había comprado no porque le gustara sino por el simple hecho de comprar algo, anuncia que Wickham ya no está comprometido con la señorita King.
“No hay peligro de que Wickham se case con Mary King. Nos lo reservamos. Mary King se ha marchado a Liverpool, a casa de su tía, y no volverá. ¡Wickham está a salvo!”
En el capítulo XXVI, Elizabeth observa que ya no es ella la predilecta de Wickham sino otra señorita, Mary King, una joven que había heredado diez mil libras y a la que un hombre sin fortuna pero bien ubicado en sociedad, como Wickham, tenía que rendir honores si pensaba escalar socialmente. Acá cito lo que Jane mejor que nadie puede explicar:
El aparente interés de Wickham había desaparecido, así como sus atenciones. Ahora era otra a la que admiraba. Elizabeth era lo bastante observadora como para darse cuenta de todo, pero lo veía y escribía de ello sin mayor pesar. No había hecho mucha mella en su corazón, y su vanidad quedaba satisfecha con creer que habría sido su preferida si su fortuna se lo hubiese permitido. La repentina adquisición de diez mil libras era el encanto más notable de la joven a la que ahora Wickham rendía su atención.
Elizabeth Bennet, nos guste o no, es una talentosa pero vanidosa joven, así que la primera vez que se encuentra sola con su hermana le relata, suprimiendo todo lo que pudiera relacionarse a Bingley, lo increíble de que Darcy le hubiera propuesto matrimonio.
El gran cariño que Jane sentía por Elizabeth disminuyó su asombro, pues todo lo que fuese admiración por ella le parecía perfectamente natural. Fueron otros sus sentimientos. Le dolía que Darcy se hubiese expresado de aquel modo tan poco adecuado para hacerse agradable, pero todavía le afligía más el pensar en la desdicha que la negativa de su hermana le habría causado.
Adicionalmente Elizabeth hace del conocimiento de Jane lo revelado por Darcy en la carta concerniente a Wickham y como parte esencial de la trama, le solicita a su hermana la autorización para divulgar o no lo conocido sobre la conducta del caballero, sin embargo éstas acuerdan que no vale la pena ponerlo en mal lugar y, a su vez, Lizzy agrega que Darcy no la había autorizado para revelar la verdad sobre él.
La señora Foster, la esposa del coronel del regimiento al que pertenecía Wickham, una dama muy joven, solicita en el capítulo XLI a Lydia para que la acompañase a Brighton.
Esta inapreciable amiga de Lydia era muy joven y hacía poco que se había casado. Como las dos eran igual de alegres y animadas, congeniaban perfectamente y a los tres meses de conocerse eran ya íntimas.
De las novelas que he leído de Jane Austen he resumido que en su época era normal que las damas casadas tuvieran como acompañantes de tertulias a otras más jóvenes, que no se hubieran casado, como sería Lydia para la señora Foster, Lizzy para Charlotte, Emma para la señora Weston (en la novela Emma), etc. De la solicutd de la señora Foster a Lydia, Lizzy prevee el inmediato desacierto que sería permitir que su descontrolada hermana menor acompañara a una señora casada siendo las dos tan jóvenes, y estando una relacionada a un regimiento. De esta manera expone las razones a su padre, pero éste repone que será mejor permitir que Lydia haga el ridículo cuanto antes y mejor aún por tan poco costo. Supongo que muchas de las palabras de la carta de Darcy resonaron en la cabeza de Elizabeth cuando escuchó la descabellada idea de que su imprudente hermana fuera invitada a tan irresponsable paseo.
Los tíos Gardiner regresan a Longbourn para recoger a su sobrina (Lizzy) y realizar el planificado paseo a los lagos, concretado en el capítulo XXVII, pero que tuvo que reconducirse hasta Derbyshire debido a las ocupaciones del señor Gardiner. Se hallaban entonces hospedados en Lambton, lugar de crianza de la señora Gardiner, cuando a ésta se le ocurrió visitar Pemberley para lo que tenían que desviarse apenas unas dos millas. Los tíos solicitaron la aprobación de Elizabeth, a quien la determinada visita le parecía muy inapropiada y solo la consintió cuando supo que el dueño de ésta propiedad estaba fuera de Derbyshire.

La próxima vez nos reencotraremos con Darcy, antes de irme les dejo con un pensamiento de Elizabeth Bennet:
¿Qué son los hombres al lado de las rocas y de las montañas?
 

1 comentario:

  1. Gracias por estos resúmenes tan minuciosos y correctos.

    La mayoría de la gente que lee Orgullo y Prejuicio se cree que al final de la historia el que ha aprendido algo y ha modificado su carácter ha sido Darcy en exclusiva, cuando realmente Lizzie también debía corregir ciertos rasgos en el suyo. Creo que ambos han aprendido el uno del otro y que ambos estaban errados en sus percepciones del mundo y de la sociedad.

    Un cordial saludo.

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